Asientos incómodos. Luz incómoda. Audición incómoda. Bailarinas guapas, delgadas,
simpáticas y con buena presencia pasan a la sala B para ser juzgadas por su capacidad y
su arte, bajo unos criterios subjetivos y con unos requisitos estandarizados.
Una de ellas está muy irascible. Puede que tenga la menstruación. Puede que sea por la
precariedad de su vida como artista. O puede que ignore que no es botón, es un iceberg.